La crisis de COVID19 ha cambiado la política, y la legislatura no va a ser cómo el Gobierno de coalición y los partidos políticos de la oposición habían planeado. La legislatura deberá abordar primero la crisis sanitaria para después afrontar una crisis política y económica que puede tener dimensiones similares a la crisis de 2008.
El Gobierno de coalición ha aguantado la ofensiva sin miramiento del Partido Popular y Vox durante la crisis sanitaria. Se lanzaron sin éxito al cuello del Ejecutivo para intentar derribarlo conscientes de que tal vez sería su única oportunidad para recuperar el poder en años. En el resto de Europa, donde los partidos de la oposición cooperan con sus gobiernos para salir de la emergencia sanitaria y salvar vidas, han seguido el espectáculo con mucho asombro y sonrojo.
La fase actual ha alterado el bloque de la oposición. El PP de Casado ha abandonado el “sentido de Estado” del que ha presumido siempre, lo que ha provocado que algunos líderes territoriales como Feijoo se revuelvan y hayan criticado la falta de responsabilidad de su partido. Además, en la sesión de control de hoy en el Congreso, Casado ha quedado en evidencia, no ha sido capaz de encontrar su lugar y su papel ha quedado diluido.
La protagonista de las últimas semanas, tanto por sus declaraciones fuera de lugar, sus ataques al Gobierno, sus “despistes”, como por sus sesiones de fotos, es sin ninguna duda Díaz Ayuso, que ha conseguido estar en boca de todos, mientras Casado anda buscando protagonismo con los mismos argumentos que los dos últimos meses.
Vox que llevaba ventaja al PP, se ha movido de manera torpe, y ha quedado relegado a un segundo plano, más centrado en las caceroladas de las redes sociales y las ocurrencias del condenado Javier Negre. La oposición al Gobierno de coalición hoy la representa un solo nombre: Isabel Díaz Ayuso.
Es ella quién ocupa el centro de la conversación y polariza con el Ejecutivo de Sánchez e Iglesias. El PP está cosechando una mejoría en los resultados de las encuestas a nivel nacional, pero todos en el partido saben que no es por virtud de Pablo Casado, sino por la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Una vez más, como ya sucedió en las elecciones autonómicas y municipales, Ayuso vuelve a ser el bote salvavidas de Pablo Casado. Sin embargo, la relación entre los dos líderes no pasa por su mejor momento. Ayuso no olvida que Pablo Casado la abandonó en la última semana de su campaña dándola por derrotada y volvió a abrazarla la noche en la que celebraron los resultados.
Quedan lejos los tiempos de community manager del perrito Pecas, y Ayuso quiere tener voz propia dentro del PP, y hace meses que se independizó de Casado al más puro estilo de su maestra Esperanza Aguirre. Al presidente del PP le crecen los enanos, y ya no solo Feijóo y el presidente de Andalucía tienen agenda diferente a la suya.
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