Crecen las críticas, tanto dentro del Gobierno como en los entornos más progresistas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FFCCSE), a la impunidad con la que la ultraderecha incumple el estado de alarma y se adueña del espacio público sin que Policía ni Guardia Civil identifiquen y sancionen como lo hacen cuando los convocantes son progresistas.
Fuente policiales consultadas por este periódico afirman que los mandos “dicen que sí hay identificaciones pero luego la realidad es que no las está habiendo. No es lo mismo Núñez de Balboa que Vallecas”, afirma un agente con más de 30 años de servicio.
Este funcionario asegura que el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, “no quiere forzar una situación incómoda dentro de los cuerpos porque sabe que eso le traería problemas políticos que no quiere tener”.
Hay que tener en cuenta la “progresiva ultraderechización” que se está produciendo dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FFCCSE). “Más en la Policía que en la Guardia Civil”, matiza.
“No estamos en una fase golpista, pero antes era impensable que un compañero alardeara de votar a Fuerza Nueva, mientras que hoy se dice abiertamente que simpatizan con Vox porque saben que existe absoluta impunidad y que eso está premiado dentro”, subraya otro agente.
“Entre la espada y la pared”
Fuentes gubernamentales creen que Marlaska está “entre la espada y la pared” porque ha heredado unas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con nombramientos inamovibles, hechos por el exministro del Interior Jorge Fernández Díaz, el creador de una estructura policial destinada a impedir la investigación de los escándalos de corrupción del PP y a recabar pruebas falsas contra adversarios políticos.
Todos los partidos han nombrado a dedo siempre a las cúpulas de la Policía y de la Guardia Civil y cuando entraba un partido nuevo eran sustituidas. Menos el PP, que nombró a los suyos y a los de los gobiernos sucesivos.
“El problema viene desde que Fernández Díaz no sólo puso a gente muy de derechas en los puestos más altos, sino en los segundos y terceros escalafones de la estructura y eso ahora es imposible quitarlo porque esos puestos están consolidados”, se lamenta un representante sindical.
Miedo a dar órdenes por escrito
Todas las voces con las que ha podido hablar LUH coinciden en que “hay miedo” dentro del Ministerio del Interior a dar órdenes por escrito a los mandos y que éstas se filtren, pudiéndose crear un “problema político que nadie quiere”.
Este ambiente de inacción está provocando un clima de absoluta impunidad que permite ver imágenes de complicidad entre manifestantes de ultraderecha con agentes policiales, algo que sería totalmente impensable si las protestas tuviesen lugar en Vallecas o estuvieran protagonizadas por colectivos de izquierdas.
🔴🔴 La policía municipal de servicio entusiasmada con la manifestación. pic.twitter.com/BtJ4rtfiJu
— J. D. Ruiz Sinoga (@PepeDamianRS) May 23, 2020
Así actúa la policía cuando 4 personas van en contra de la manifestación de VOX.
En el cartel pone 👉🏼 "no van a pasar" "resistencia"
Q opináis??🤷🏼♂️ pic.twitter.com/Zl8O9iaCW7— Colladiiin🦁 (@Felipecollado_) May 24, 2020
-¡No me toques, no me toques!
- Está autorizada.
-¡Eres un facista como ellos!
- Esa es la tolerancia que tenéis.Ese policía me representa...
pic.twitter.com/sY28PIjUZR— Pedro Otamendi ⚫️ (@PedroOtamendi) May 24, 2020
“Es un secreto a voces que si denuncias o pegas a un perroflauta no vas a tener ningún problema, pero cuidado si haces lo mismo con alguien de ultraderecha porque puede que tenga un amigo general y no asciendas en tu puta vida”, confiesa otro funcionario policial que ha participado en el dispositivo de Núñez de Balboa y que se declara de izquierdas, “sabiendo el precio que pago”.
Democratización
La solución de este agente pasa por abordar la “urgente democratización” de las FFCCSE para que se parezcan más al modelo británico de agentes de cercanías que al francés, de corte militar. “En España tenemos una policía militarizada que está al servicio del poder y no del pueblo”, dice tajante este agente con varios expedientes a sus espaldas, “suicidado profesionalmente” por trabajar desde dentro a favor de los cambios necesarios.
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