No se lo esperaba. Y menos por la intervención previa que había tenido ella. Ana Rosa Quintana, en conversación con el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, se estaba deshaciendo en elogios hacia la calidad de vida y las políticas de la región. “Yo voy viendo que en el País Vasco van fenomenal, van consiguiendo cosas, van en fases más avanzadas…”, explicaba.
Tan entusiasmada estaba que incluso amagó con mudarse allí, reinterpretando el dicho de que ‘los de Bilbao nacemos donde queremos’. “Yo he nacido en Madrid, pero digo yo, para ser vasca del todo…¿que me tengo, que empadronar? Es hasta digital. ¿Qué hago para empadronarme, me empadrono en su casa o cómo hacemos?”, continuaba.
Ortuzar, después de contestar que la recibirían “encantados” y de reconocer que “tenían fama de vivir bien” (“se vive de maravilla”, interrumpía Quintana) explicó la fórmula del éxito. “No se suele recordar que pagamos más impuestos que otros. Ese es uno de los pequeños secretos por las que tenemos mejores cosas: una presión fiscal mayor”.
“Eso lo hablaremos despacito”, se reía Quintana, ya no tan convencida de su traslado. “Antes de empadronarse hay que mirar la declaración de la renta”, le advertía el presidente del Partido Nacionalista Vasco.
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