José Manuel Martín Medem
Ana Rosa Quintana lo despide y Alfonso Rojo dice que es un chulo y un mentiroso. Las tertulias de la tele juegan a permitir ocasionalmente las opiniones con fundamento que no juegan al espectáculo pero no suelen aguantar mucho. Lo que le pasa a Antonio Maestre es por su culpa. No es fácil convivir con el periodismo de radiador y poner las cartas boca arriba. Más temprano que tarde te sacan la tarjeta roja. Lo normal es que la presentadora de las cloacas te expulse de su confinamiento. Lo que a Ana Rosa le gusta es el periodismo de radiador, los tertulianos que saben arrimarse a quién más y mejor calienta. Maestre es un tibio. Mantiene su propia temperatura. Habla de la realidad y no de la fantasía. Además tiene la mala costumbre de llamar nazis a los fascistas. Lo que le pasa es por su culpa. Por no arrimarse a los radiadores y no consentir a esa mentecata que considera inevitable no hospitalizar a los ancianos que tienen que morirse. Mentecata es sinónimo de boba y en el teatro clásico se aplica a los personajes que provocan la risa por su simpleza. En este caso lo que provoca es asco. Por ser tan miserable como mentecata. Que Ana Rosa la defienda no resulta sorprendente. Tampoco que deje fuera de su reino a Maestre mientras Alfonso lo rocía de insultos. Nada sobre ellos nos sorprende a los que conocimos a la insignificante merodeadora de RNE y fuimos compañeros de Colegio Mayor de ese gran periodista de radiador que decidió renegar de su apellido después de bombardearnos durante mucho tiempo con su desprecio militante cuando aparentaba ser un tremendo revolucionario de la CNT.
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