"Esto es un fraude al público americano [...], sinceramente hemos ganado las elecciones”, ha sentenciado el ultraderechista Donald Trump desde la Casa Blanca. “Queremos que paren la votación, no queremos que busquen más papeletas a las 4 de la mañana" continuaba, para inmediatamente después autoproclamarse presidente mientras amenazaba con trasladar la contienda al Tribunal Supremo.
El descontento del republicano lo achaca al voto por correo. Y todo forma parte de una pensada estrategia que le ha acompañado durante la campaña electoral. No era ningún secreto: Trump no reconocería resultados que no le dieran vencedor.
Trump elige la ‘vía boliviana’ para pensar en el golpe de Estado
Según las encuestas, los demócratas, debido a la mayor concienciación respecto a los contagios por COVID-19, votarían masivamente a distancia. Bajo esta premisa inaugural, Trump, dispuesto a obtener la presidencia por cualquiera de las vías –aunque ello suponga saltarse los pactos democráticos–, pretende intercederlo, tachándolo de fraudulento y judicializando el proceso electoral.
Sus declaraciones, abruptas e incendiarias como de costumbre, abrirían episodios de violencia callejera, lo que el republicano querría atribuir como el reflejo popular de la crisis institucional, poniendo aún más en cuestión la legitimidad del proceso electoral. De hecho, los medios han tildado sus últimas palabras como "la cerilla" necesaria para “encender” las calles.
Las piezas, además, comenzarían a encajar en el plano judicial. El Tribunal Supremo actualmente está compuesto por 6 jueces conservadores frente a 3 progresistas. No ha lugar a demasiada imaginación, la motivación trumpista para judicializar el proceso es evidente: paralizar el recuento de votos y trasladar a la esfera jurídica las elecciones. Un plan maestro orquestado desde las filas republicanas hasta ahora al frente de la Casa Blanca.
Un ‘crowfunding’ para el golpe
Todo ello parecería una ‘pesadilla’ si no fuera porque desde el Partido Republicano ya han llamado a la ‘inversión’ de dinero de sus simpatizantes para sufragar los costes judiciales de todo este proceso.
Lo han hecho a través de dos correos electrónicos. "Habéis estado allí por él en todos los pasos en los últimos años. Siempre que la izquierda radical vino detrás suyo, tú has estado defendiéndolo. Ahora te enviamos un correo electrónico para pedirte que defiendas por última vez a nuestro presidente", se puede leer en uno de ellos mientras enlazan un vínculo que dirige hacia una plataforma de pago.
Todo ello no es más que un nuevo intento de judicializar la política para desacreditar el proceso electoral y la propia democracia. Lawfare, esa ya manida palabra por la que se rige abiertamente casi todo el espectro de la derecha conservadora mundial, desde América Latina a Europa. Todo un engranaje de estrategias que ponen en riesgo una gestión mucho más humana de la crisis que ha inaugurado la actual pandemia. No podía ser de otra manera: ahora es el turno de Donald Trump.
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2 Comments
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José Ramón
4 de noviembre de 2020 12:20 at 12:20
la autoproclamación entre las ultraderechas mundiales está de moda, ellos no necesiten elecciones para ser presidentes: son la élite, y como decía m. Rajoy en 1983: «es un hecho demostrado científicamente, que los hijos de la Alta Alcurnia, llegan más lejos que los demás), p. e.: Casado!!
J7
4 de noviembre de 2020 13:51 at 13:51
A ver si ahora el estadounidense medio aprende empatía. Las posibilidades de que esto suceda por la vía sangrienta son elevadas.