La responsabilidad es de Pedro Sánchez. Se empeñó en repetir las elecciones buscando una mayoría más cómoda que no consiguió y el resultado fue convertir a VOX en el tercer partido del Congreso de los Diputados.
Con 52 escaños tiene acceso al Tribunal Constitucional y ahora pretende que la mayoría derechista elimine a los 29 diputados que añadieron consideraciones personales al acatamiento de la Constitución. Llevando al límite su reclamación, VOX exige que no se reconozca la legitimidad de la presidencia de Pedro Sánchez porque contó con el apoyo de algunos de esos parlamentarios.
Un filibusterismo inaceptable. Democráticamente, es el voto de los ciudadanos lo que convierte a un candidato en diputado.
Formalmente, lo reglamentario es acatar la Constitución y no se debe cuestionar por los añadidos. Pero para VOX lo importante es el ruido que introduce envenenando las instituciones.
Hay que añadir además el comportamiento de un sector de la policía consintiendo a los fachas de Núñez de Balboa mientras interviene contundentemente contra las movilizaciones en los barrios populares. Y la beligerante actuación de la Guardia Civil contra el gobierno de coalición como policía judicial.
¿Es todo? No. Hay más. Y muy peligroso. El libro El ejército de VOX, del teniente Luis Gonzalo Segura, expulsado de las Fuerzas Armadas por denunciar la corrupción, demuestra “una relación clara, directa e irrefutable” entre la presencia parlamentaria de la extrema derecha y sus resultados electorales en el entorno devlas bases, comandancias y viviendas de los militares y de las fuerzas de seguridad.
Si la mayoría derechista del Tribunal Constitucional sintoniza con VOX, la democracia debe reaccionar.
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